Alimentos para tus pulmones

En los últimos años, la relación entre nutrición y salud se ha vuelto cada vez más clara en la explicación de muchas enfermedades. Sin embargo, el papel que juega la dieta en las enfermedades pulmonares aún no es bien conocida.

De acuerdo con la Sociedad Europea de Enfermedades Respiratorias (ERS, por sus siglas en inglés), varios padecimientos pulmonares están asociados a un proceso denominado agresión oxidativa, que ocurre cuando el nivel de las agresiones oxidantes (como el humo de un cigarrillo, la contaminación atmosférica y las infecciones) es más grande de lo que el sistema de defensa antioxidante de nuestro cuerpo puede tratar.

Para los expertos, existen alimentos protectores y otros perjudiciales que debemos conocer para mantener nuestros pulmones tan sanos como sea posible.

Dile sí a los antioxidantes

Las vitaminas antioxidantes son benéficas para la salud pulmonar. Las fuentes alimenticias donde podemos encontrarlas son:

1. Vitamina C: Cítricos y jugos de cítricos, kiwi, brócoli, pimiento verde

2. Vitamina E: Germen de trigo, cereales, aceite vegetal, margarina, almendra, cacahuate

3. Betacaroteno: Albaricoque, melón, mango, zanahoria, pimiento, espinacas

4. Selenio: Pescado, mariscos, carnes rojas, granos, huevos, pollo, hígado.

Otros nutrientes que han demostrado ser benéficos para la salud pulmonar, incluyen el magnesio y los ácidos grasos Omega 3. El primero está en las nueces, legumbres, cereales, granos; semillas integrales, zanahorias, espinacas y mariscos.

Mientras que los ácidos grasos Omega 3 están en los aceites de pescado, pescado y mariscos, soja, aceite de linaza y verduras.

Evita el exceso de sal y grasas

Hay una gama de alimentos que pueden ser perjudiciales para la salud respiratoria, entre los que destacan:

1. Sal. Las dietas ricas en sodio, pueden incrementar el riesgo de asma o el agravamiento de adultos con asma. Aunque las pruebas sobre su efecto en la función pulmonar no son concretas, controlar el consumo de sal es un paso sensato.

2. Ácidos grasos. Durante los últimos 15 años, el consumo de ciertos ácidos grasos alimentarios, como el omega 6 (maíz y girasol) y ácidos grasos trans (comidas fritas y margarina), ha aumentado mientras que el consumo de grasas saturadas (mantequilla y manteca de cerdo) y ácidos grasos omega 3 (salmón y sardinas) ha disminuido.

Este cambio en el consumo de ácidos grasos puede tener un papel en el desarrollo de las alergias en niños y un aumento del riesgo de asma.

Aditivos alimentarios como la tartarzina, el glutamato monosódico (GMS) y los sulfitos, podrían agravar las crisis de asma.

Los especialistas de la ERS señalan que la obesidad puede incrementar la frecuencia de asma y la hiperreactividad de las vías respiratorias. Además, en una persona obesa, la función pulmonar disminuye. La reducción de peso podría mejorar los síntomas, la hiperreactividad de las vías aéreas y la función pulmonar.